Evaristo llega con todo a la CDMX: punk sin anestesia en la Arena

Una velada de punk, furia y carcajadas ácidas con el maestro del caos

Prepárense, que el 20 de junio no será un jueves cualquiera. Ese día, el escenario de la Arena CDMX va a crujir con la presencia de Evaristo Páramos, leyenda viviente del punk ibérico, que regresa a México con toda la irreverencia que lo ha convertido en un referente incómodo, querido y necesario. No estamos hablando solo de un concierto: se trata de una descarga de energía que atraviesa décadas, trincheras políticas y un sinfín de escenarios pateados por sus botas.

De Álava para el mundo (y de vuelta a la trinchera)

Evaristo no necesita presentación, pero se la damos por respeto a la historia. En 1979, con apenas 19 años, este vasco fundó La Polla Records, grupo que no tardó en incendiar conciencias a punta de guitarras desafinadas y letras que eran verdaderos puñetazos ideológicos. Mientras unos se peinaban para salir en la tele, él gritaba contra el sistema, la autoridad, el consumo, la policía, la religión, la guerra… y contra lo que se atravesara.

Pero como buen punk, no se quedó quieto. Después de que LPR dijera adiós en 2003, Evaristo no bajó los brazos. Al contrario, sacó más metralla: The Kagas, The Meas, Gatillazo y recientemente Tropa Do Carallo. Cada proyecto, una nueva excusa para seguir rugiendo, escupiendo verdades y tocando más fuerte que la vez anterior.

El punk no envejece (se pone más incómodo)

¿Y qué se puede esperar del show en la Arena CDMX? Para empezar, un repaso bestial por más de 45 años de punk hecho con las tripas, con el hígado y con un sentido del humor tan negro que debería tener advertencia. Evaristo no viene a hacer karaoke de sus éxitos pasados: viene a armar una fiesta desquiciada de voces roncas, guitarras como cuchillas y pogos con sabor a resistencia.

Habrá clásicos de LPR, claro, pero también himnos de Gatillazo y demás bandas en las que ha dejado su huella. El tipo no se ha domesticado ni un centímetro: sigue lanzando dardos contra todo lo establecido, con ese estilo entre crudo y burlón que lo ha vuelto ícono generacional.

Y ojo, que aunque el cuerpo ya no salte como a los veinte, la lengua de Evaristo sigue afilada como machete nuevo. Si nunca lo has visto en vivo, esta es la oportunidad de entender por qué tantos consideran que sin él, el punk en español no sería lo que es. Y si ya lo viste antes, sabes que lo suyo no es repetirse: siempre tiene algo nuevo que gritar.

Así que ya sabes: ponte los tenis viejos, desempolva la chamarra llena de parches y prepárate para sudar, gritar y cantar verdades a todo pulmón. Porque cuando Evaristo pisa el escenario, no hay tregua ni nostalgia. Solo punk puro y duro.

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