La banda británica que convirtió sus líos en leyenda llega a CDMX este 5 de junio. Aquí te contamos por qué no te lo puedes perder.
Una historia de excesos, himnos y amistad maldita
Hay bandas que se forman con ensayos, contratos y metas claras. Y luego están The Libertines, esos chicos británicos que, entre canciones rasposas, poesía urbana y autodestrucción romántica, se ganaron un lugar en el altar del rock dosmilero. Todo empezó en Londres, con Pete Doherty y Carl Barât escribiendo canciones a cuatro manos en un departamento mugroso al norte de la ciudad. El ruido creció, la escena los abrazó (y a veces los escupió), y sin saberlo, ellos se volvieron la voz de una generación que gritaba sin pedir permiso.
Con Up the Bracket (2002), producido por Mick Jones de The Clash, dejaron claro que venían a incendiar la escena con riffs sucios y letras afiladas. Su segundo disco, The Libertines (2004), debutó directo al #1 en Reino Unido, en medio de peleas, escándalos y una amistad que oscilaba entre el amor fraternal y la traición shakesperiana. Fue más que un disco: fue el diario íntimo de dos tipos intentando no matarse entre sí mientras escribían canciones inmortales.
¿Por qué verlos en vivo es obligatorio?
Después de separaciones, proyectos paralelos, reconciliaciones y más caos que una telenovela de HBO, The Libertines están más vivos que nunca. Su regreso no es nostalgia barata, es energía pura. Y la oportunidad de verlos el próximo 5 de junio en el Pepsi Center WTC de la CDMX es un regalo que no se va a repetir fácilmente.
Sus conciertos son impredecibles, intensos, emocionales. No es solo la música —que, seamos honestos, es una joya del post-punk revival—, es la vibra que traen al escenario: esa tensión eléctrica entre Pete y Carl, esa sensación de que todo puede salirse de control en cualquier momento (pero de una forma gloriosa). Temas como Don’t Look Back into the Sun, Can’t Stand Me Now o What Became of the Likely Lads suenan con el doble de peso cuando estás entre el sudor del público y las guitarras a todo volumen.
Y no solo vienen a vivir del pasado. The Libertines están trabajando en nuevo material, y cada show es una mezcla perfecta de nostalgia, presente incendiario y pistas de lo que viene. Si alguna vez tuviste un corazón punk o soñaste con una banda que hablara de calle, desmadre y ternura al mismo tiempo, este concierto es para ti.
Así que ya lo sabes: el 5 de junio no es un miércoles cualquiera. Es la cita con una banda que sobrevive a sus propios demonios y todavía tiene algo que decir. Corre por tus boletos, porque cuando The Libertines suben al escenario, el caos se convierte en arte.