Por: Jorge Rodríguez
El amor es quizás uno de los tópicos más comunes en el arte y en la cultura popular. Pero, particularmente en el teatro que se presenta en la Ciudad de México, el amor ha sido uno de los temas más discutidos y explorados en los últimos años. Esto abarca desde las obras independientes y de pequeño formato, hasta los musicales más exitosos y las más grandes producciones. Es a partir de esta exploración del amor, que Karina Gidi y José Antonio Cordero traen a la Sala Xavier Villaurrutia, Instrucciones para Volar.
Esta obra parte de una premisa muy sencilla: el proceso que atravesamos para superar el miedo al rechazo y atrevernos a amar de nuevo. Conocemos a una actriz que se enamora de un hombre extranjero en una página web de citas, y debe armarse de valor para establecer una nueva relación con un desconocido. Al mismo tiempo, una sobrecargo nos da una lección sobre aeronáutica, y sobre las fuerzas necesarias para elevar una máquina de gran tamaño por los aires. Es así que descubrimos, paso a paso, el camino a seguir para poder abrir nuestro corazón a un nuevo encuentro.
Instrucciones para Volar despega desde un lugar común. La obra no es innovadora estructuralmente, y tampoco explora el lado más complejo de las relaciones humanas. De hecho, lo único que la hace destacar del resto es su juego metafórico – a ratos bastante ingenioso – sobre el vuelo de los aviones. Por lo demás, se trata de un texto simple y hasta un poco anticuado; al menos en su manera de abordar las relaciones afectivas a través del internet. En estos tiempos, donde las aplicaciones de citas y los encuentros sin compromiso son el pan de cada día, la obra regresa a una etapa mucho más primitiva del amor virtual; una en donde no era tan fácil animarse a participar, y donde poco se hablaba de los riesgos que esto implicaba. Esto hace que la obra tenga pocas cosas nuevas que decir, y entonces es aún más vital que el cómo se cuenta la historia nos asombre.
Sí debo mencionar que me pareció interesante la decisión de poner a una actriz como protagonista de esta historia. Porque más allá del juego meta-teatral, la figura del actor resulta particularmente útil como analogía, hablando sobre lo difícil que resulta conocer nuevas personas. Ya sea por experiencia o por un estigma en la consciencia colectiva; cuando de amor se trata, casi siempre estamos predispuestos al fracaso. Asumimos que la otra persona nos va a rechazar o que no existirá una conexión real. Y entonces, como si fuéramos actores, nos la pasamos ensayando la manera en la que reaccionaremos cuando las cosas salgan mal. Instrucciones para volar nos habla sobre esas barreras, esos chalecos salvavidas que nos ponemos asumiendo que nos vamos a estrellar. Pero lo que es más importante: la obra nos invita, no a dejar de ser precavidos e ignorar los riesgos, sino a reconocerlos. A dar ese salto, aterrador pero emocionante, hacia un nuevo destino.
Si en algo es exitosa Instrucciones para Volar, es en su accesibilidad. Karina Gidi posee una presencia escénica como pocas, y hace que no dejes de prestarle atención en ningún momento. Por otro lado, la dirección de José Antonio Cordero es funcional y le permite a su actriz llenar de emoción un texto que honestamente carece del elemento sorpresa. Pero no me malentiendan: es teatro bien hecho. Sencillo, pero contundente y con facilidad de llegar al espectador más casual.
Seguramente, Instrucciones para Volar no será la obra que les cambie la vida. Ni siquiera podría decir que ha sido de mis favoritas este mes. Pero en mi opinión, si esta es la primera vez de alguien ve teatro, muy seguramente se quedará con ganas de más. Lleno de corazón y de amor por el arte teatral, este montaje no pretende ser más de lo que en realidad es: una invitación a aventarse a lo desconocido, aún sabiendo que todo puede salir mal.
Instrucciones para volar de presenta martes y miércoles a las 8:00 pm en la Sala Xavier Villaurrutia, del Centro Cultural del Bosque. Funciones hasta el 11 de marzo.