Me Rehúso a Morir de Amor: la sanación colectiva

Por: Jorge Rodríguez

Hablar de desamor siempre es complejo. Y en 2025 – en los tiempos de Tiktok, de las relaciones líquidas y de las apps de ligue – lo es quizás más. Pero es desde esa complejidad que Uriel León crea esta experiencia escénica conmovedora, con una sensibilidad exquisita, y al más puro estilo de un cabaret gen-z contemporáneo.

Entré a La Bambalina, la cafetería-restaurante ubicada en el lobby del Foro Shakespeare – y me sentía un poco perdido. No solo porque nunca había entrado a La Bambalina, sino porque tampoco soy espectador frecuente de cabaret. Pero algo que noté desde antes de que comenzara la función, fue un ambiente de complicidad en todos los que estábamos presentes. Esta experiencia se trataba de entrarle al juego, y vaya que fue un juego gozoso. A través de una secuencia de pequeños cuadros – bien llamados, migajas – fuimos guiados en un recorrido no-secuencial por las diferentes aristas y etapas del proceso para superar un mal de amores.

Me Rehúso a Morir de Amor es un auténtico viaje. Desde la exploración de conceptos como el love bombing, el ghosting o el breadcrumbing, hasta su culminación en un ritual comunitario, para lanzar los dolores y los miedos al fuego. Y la clave para que este montaje funcione es precisamente el enfrentamiento directo con el espectador, el cual Uriel maneja a la perfección. Existe una gran destreza y talento en su capacidad de gestar el diálogo, literalmente, con lo que hay. Logra la participación activa del público, incluso de los más tímidos para la escena, y genera una sensación de verdadera pertenencia. Esto, a mí parecer, solo denota la profunda pasión que hay detrás de este texto y el arduo trabajo para llevarlo a escena; utilizando un lenguaje escénico atractivo y cercano al público.

Me gustaría hacer especial énfasis en el diseño de vestuario, producto directo de la estética drag, que traduce en símbolos el dolor desgarrador y explosivo de un corazón roto. Sin llegar a convertirse en un disfraz, el vestuario es de los elementos plásticos más vistosos y esenciales en este espectáculo. En mi opinión, de los aciertos más relevantes de todo el montaje.

Y más que carencias o flaquezas, yo veo en esta obra potencial. Hay detalles que quizás se pueden revisar y pulir, como la duración de algunas migajas o el timing de ciertos chistes, que no terminan por caer del todo. De cualquier manera, me parece que el alma de este montaje es la relación entre el intérprete y su público; y que con el paso de las funciones, esta obra se puede convertir en la mejor versión de lo que ya es: una gran experiencia teatral, muy accesible, fácil de disfrutar y de recomendar.

me rehuso

Me Rehúso a Morir de Amor es una propuesta ingeniosa, que explota el acto comunitario de la representación, y lo convierte en una especie de congregación; no de creyentes, sino de amantes. Es un espacio seguro, donde el arte invita a la sanación colectiva. Y en estos tiempos, es este tipo de arte el que más falta nos hace.

Me Rehúso a Morir de Amor se presentará en el marco de la celebración por el Día Mundial del Teatro, en el Centro Nacional de las Artes. Función el domingo 30 de marzo a las 19:00h en el Teatro Raúl Flores Canelo. Entrada libre.